lunes, 22 de junio de 2015

Consejos para controlar el mal genio de los niños

En ocasiones los niños experimentan barreras rumbo al mundo adulto, lo que hace con que su humor sea más inestable. Los cambios en este aspecto suelen ser lentos; no obstante, debemos adoptar algunas medidas que se pueden resumir en la necesidad de expresar afecto y determinar los límites de la conducta que se espera del niño.
1- Necesidad de ejercicio físico. Juegue al aire libre y practique su deporte favorito. El kárate o la natación son adecuados.
2.- Que el niño se sienta lo suficientemente seguro y convencido de que, con la ayuda de sus padres, él podrá controlar su temperamento.
3- Que el niño aprenda a expresar sus sentimientos con palabras. Decir qué es lo que le molesta antes de perder el control de otra forma.
4- Que el niño consiga desconectarse de la situación que le molesta. Por ejemplo, si se enfada con alguien, mejor que se aleje un rato de esta persona y solo recupere el contacto cuando esté más calmo.
5- Que el niño se acostumbre a pensar en su habitación o su silla de pensar. Si el niño explota con los compañeros, padres o hermanos, debe ser enviado a su habitación para pensar y calmarse. Que él vea que eso no es un castigo y sí una manera de tranquilizarse.
6- Que el niño sea animado a exteriorizar lo que siente, bailando, escuchando música, tocando un instrumento, escribiendo, dibujando, pintando...
Probar el ejercicio de “sé como un volcán”: que se ponga de pie con los pies bien juntos. Junta las palmas de las manos delante del pecho y aprieta una contra la otra. Luego separa las piernas de un salto al tiempo que levantas las manos por encima de la cabeza y después las separas dejándolas caer a ambos lados del cuerpo. Mientras lo hace, emite el sonido explosivo (¡PUUUFFFF!). Pide al niño que él se imagine siendo un volcán, expeliendo fuego, lava y vapor. Al terminar, el niño debe hacer tres inspiraciones profundas. Es muy probable que el enfado que él sentía se haya perdido.

7- Que el niño se dé cuenta que sus esfuerzos para controlar los impulsos tienen buenos resultados. Es muy importante que los padres del niño no se porten de igual manera que ellos, en su mal genio. Y que sean, ante todo, un ejemplo de tranquilidad y serenidad al hablar con ellos, incluso cuando están enfadados. Cuando el niño esté nervioso, lo mejor es no reñirle ni juzgarle. Eso empeorará la situación. Mejor permanecer en silencio. 
Es decir: Dar ejemplo. La actitud positiva de los padres a la hora de afrontar las situaciones adversas es el mejor ejemplo para que los hijos aprendan a solventar sus problemas.
8.- Educarle en la cultura del esfuerzo. Es importante enseñar al niño que es necesario esforzarse. Así aprenderá que el esfuerzo es, en muchas ocasiones, la mejor vía para resolver algunos de sus fracasos.
9.- No darle todo hecho. Si se le facilita todo al niño y no se le permite alcanzar sus retos por sí mismo, es difícil que pueda equivocarse y aprender de sus errores para saber cómo enfrentarse al fracaso.
10.- Marcarle metas. Hay que enseñar al niño a tolerar la frustración poniéndole metas sociales a conseguir en periodos de tiempo concretos: un día, una semana, etc.
11.- Enseñarle a ser perseverante. La perseverancia es esencial para superar situaciones adversas. Si el niño aprende que siendo constante puede solucionar muchos de sus problemas, sabrá controlar la frustración en otras ocasiones.
12.- Poner nombre a las emociones y sentimientos: En ocasiones los niños no saben identificar con palabras qué les ocurre. Es importante ayudar a nombrar
estas situaciones. Se pueden utilizar los cuentos para definir lo que le ocurre a cada personaje; también los modelos reales o nosotros mismos.
13.- Enseñar al niño cuándo debe pedir ayuda. A algunos pequeños les cuesta pedir ayuda, mientras que otros la piden constantemente y de inmediato. Hay que enseñar al niño a intentar encontrar una solución primero. Si se siente frustrado al realizar alguna tarea, debemos intentar enseñarle a evitar la frustración: “¿qué podrías hacer en lugar de enfadarte o abandonar la tarea?”.
14.- Representar papeles. Se puede jugar con el niño a interpretar una situación frustrante. Por ejemplo, el pequeño tiene que hacer los deberes pero quiere irse a jugar al parque. Primero, el niño interpretará la frustración y luego adoptará el rol opuesto. Se le puede animar a que hable consigo mismo de forma positiva y busque una manera de resolver el problema.
15.- Enseñar habilidades sociales: fórmulas de cortesía, pedir por favor, ponerse en el lugar de los otros, saber perder y esperar, etc. 


Extraído de GUÍA INFANTIL. COM (jUNIO 2015)

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